Todavía ausente, pero vos...frío, frío!!
…Yo en cambio, a menudo, me sorprendo de repente conmigo misma. Voy totalmente ausente de mi y cuando me encuentro:- Veeee, miráme, pero me olvido al momento siguiente, y voy por el mundo, así, buscando lo que no se me ha perdido (aún) y viéndome en las esquinas pero encontrándome muy sospechosa... Sí, a menudo sucede que golpeo y golpeo las teclas de este pobre computador que no me hizo nada, pero es la única forma que tengo para desquitarme... a menudo pienso que puedo vengarme, pero también a menudo me pasa que no tengo la menor idea de qué... a menudo me levanto a las diez de la mañana y me acuesto a las tres y muy a menudo olvido desayunar. Me obligo a explicar de dónde sale ese deseo de hacer las cosas mal, pero voy de portazos, mi atención se la lleva el viento. –Eso es una proyección que te empecinas en hacer, pero eres lo más atento que he conocido- Pero entonces tienes que conocer más gente, y si soy lo más atento que has conocido, creo que deberías replantear lo que entiendes por atento.
Sin embargo, en el conteo de segundos, lo que demoro en girar mi cabeza de izquierda a derecha, y en cámara lenta, puedo susurrarte el color del reflejo que hace ese rayito de sol (que suene bien diminutivo) en ese mechón liso que es tu cabello cuando se hace a un ladito en tu mejilla y si me das un tiempecito, también puedo talarearte el sonido del viento que tiene un toque de blues cuando cruzas los brazos. Pero al momento siguiente estoy buscando una palabra, fijo para dañar el momento, porque siempre pienso que debo decir algo, o que esperas que diga algo. Luego interrumpo la búsqueda de letras para observar bien de cerca las sombras de tu rostro, el juego de las luces de las lámparas que unen los puntos de él en mi memoria y hago un dibujo extenso y bien mapeado de ti, con líneas que ni tú mismo conoces, acompañado de un texto infinito con infinita sinonimia de la perfección del momento que daño.
Después, el carro que pasa me obliga a mirarlo y me disperso en las sombras del suelo y en la soledad de los objetos, no creas, es muy difícil volver a mi cuerpo cuando estoy en la calle, aún más cuando tú estás en ella y frente a mí. No tartamudeo, puedo controlar mis emociones, soy firme contigo y te miro directamente a los ojos, y aunque esté a punto de desmallar sigo tu juego, porque me gusta, porque es uno muy original, porque me gusta imaginar, porque me llevas a eso y a reteñir de colores las aburridas letras que son estos garabatos sobre el papel blanco.
Soy buena en tu juego, y de nuevo estoy distraída en el paso del tiempo, en una niña que deja caer su helado, en la colilla de un cigarrillo que grita: -No me apagues, no me apagues, no me a… y muere aplastado por un zapato harapiento que lo estampa contra el pavimento, en los gritos de los trabajadores que se dicen obscenidades en una gasolinera, en la señora que cierra su sombrilla y que seguro estará rezando muchos ave marías para montarse en su bus (Porque sí, porque eso es lo que hacen las viejitas, no paran de hacerlo, y lo hacen para montarse al bus, para bajarse, cuando se levantan, cuando agarran la chocolatera, cuando van a salir de la casa, cuando van a volver a entrar, en fin). Y ahora dibujas círculos con tu pie derecho, y me dejas observarlo y coges mi mano y sonríes… con esa sonrisa que llevo días imaginando. Y es tu celular y alguien te llama… y yo despierto. Maldita sea, fue un sueño… Por favor!! Cinco minutos más!!!
Seguiré aquí pero bien lejos
Sin embargo, en el conteo de segundos, lo que demoro en girar mi cabeza de izquierda a derecha, y en cámara lenta, puedo susurrarte el color del reflejo que hace ese rayito de sol (que suene bien diminutivo) en ese mechón liso que es tu cabello cuando se hace a un ladito en tu mejilla y si me das un tiempecito, también puedo talarearte el sonido del viento que tiene un toque de blues cuando cruzas los brazos. Pero al momento siguiente estoy buscando una palabra, fijo para dañar el momento, porque siempre pienso que debo decir algo, o que esperas que diga algo. Luego interrumpo la búsqueda de letras para observar bien de cerca las sombras de tu rostro, el juego de las luces de las lámparas que unen los puntos de él en mi memoria y hago un dibujo extenso y bien mapeado de ti, con líneas que ni tú mismo conoces, acompañado de un texto infinito con infinita sinonimia de la perfección del momento que daño.
Después, el carro que pasa me obliga a mirarlo y me disperso en las sombras del suelo y en la soledad de los objetos, no creas, es muy difícil volver a mi cuerpo cuando estoy en la calle, aún más cuando tú estás en ella y frente a mí. No tartamudeo, puedo controlar mis emociones, soy firme contigo y te miro directamente a los ojos, y aunque esté a punto de desmallar sigo tu juego, porque me gusta, porque es uno muy original, porque me gusta imaginar, porque me llevas a eso y a reteñir de colores las aburridas letras que son estos garabatos sobre el papel blanco.
Soy buena en tu juego, y de nuevo estoy distraída en el paso del tiempo, en una niña que deja caer su helado, en la colilla de un cigarrillo que grita: -No me apagues, no me apagues, no me a… y muere aplastado por un zapato harapiento que lo estampa contra el pavimento, en los gritos de los trabajadores que se dicen obscenidades en una gasolinera, en la señora que cierra su sombrilla y que seguro estará rezando muchos ave marías para montarse en su bus (Porque sí, porque eso es lo que hacen las viejitas, no paran de hacerlo, y lo hacen para montarse al bus, para bajarse, cuando se levantan, cuando agarran la chocolatera, cuando van a salir de la casa, cuando van a volver a entrar, en fin). Y ahora dibujas círculos con tu pie derecho, y me dejas observarlo y coges mi mano y sonríes… con esa sonrisa que llevo días imaginando. Y es tu celular y alguien te llama… y yo despierto. Maldita sea, fue un sueño… Por favor!! Cinco minutos más!!!
Seguiré aquí pero bien lejos
Comentarios
buscaba olas que remar y el viento a favor me trajo a hermosas playas.
un saludo desde buenos aires.