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De nada, agua. El mundo a la derecha y la galaxia que me orbita

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  Santa Elena Antioquia 21 de junio de 2022   Miró sobre su hombro izquierdo y solo vio su botellón de agua. Finalmente ha entendido que el agua sola, puede disipar cualquier confusión mental, cualquier niebla y disgregar toda desarmonía. Agua, solo necesitaba agua. Bebió un sorbo y continuó escribiendo. Cuando miró a su derecha, los libros que sacó para su estudio en toda la semana estaban allí: cuentos, libros ilustrados, literaturas en desuso. El libro de geometría y de ingeniería de papel. Una pila de papeles, recibos sin pagar aún, los papelitos del calendario: Se ha puesto últimamente que cada frasecita del calendario Piel Roja, son como su vademécum personal y los guarda en la agenda programadora. Escribir un libro para ella está significando aferrarse a los papelitos. Cada idea le sobreviene como una hoja de su libro. Así las cosas, el tiempo se le ha vuelto una palabrita, un ir y venir de numeritos, un sorbo de agua y una pila de desorden en su derecha. Así que de nuevo mi
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Santa Elena Antioquia 1/12/2020 Mi gata sigue rasguñando mi silla. Mi silla blanca giratoria. Ya me cansé de explicarle que es mi silla favorita y que preferiría que no la dañara. Ella me mira con unos ojos de gato que parecen ojos de ser humano. Los ojos de Fibi, hablan casi que verbalizan. Sí, los ojos de Fibi son acciones, son dos hermosos verbos verdes. En este bosque los días se van en silencio. O mejor, los días se van en los sonidos cantores de la natura. Sin embargo, esta nueva vida trae un afán inconmensurable, una agitación maquinaria, inhumana, accesoria. El tiempo se me allega a mi escritorio y me hace estarme en mi silla blanca giratoria como dando vueltas entre mil voces y requerimientos que no me permiten escuchar mi bosque. Esa es la nueva vida, dicen. Que es la vida que no descansa. Que es la vida que se agita en un perpetuo me levanto a digitar, llamar, reunir y me levanto luego a digitar, llamar, reunir y vuelvo y me levanto a digitar, llamar, reunir. Tengo un pa

Día #20 El último día de nimiedades. Ahora sí... El tiempo de las crisálidas.

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¿Qué le está pasando a mi vida? No soy bien una adolescente para esa pregunta. Pero muchos cambios han sobrevenido en los últimos tiempos. Cambios dolorosos, raros, incómodos. Como a ese pobre adolescente, que las manos le crecieron más que el cuerpo, que la cabeza está como quedando deforme en relación al resto de las extremidades, la nariz se le ha ensanchado y tiene un barro cada dos segundos. Pero no soy ese adolescente. Estos cambios, a pesar de duros y molestos, incómodos y melancólicos, me han hecho bien. Les contaré más sobre esto. En el año 2015, quise hacer un diario de nimiedades. 20 días de nimiedades. Pero nunca llegué al día 20. Me quedé desde el 2015 en el día 19. Lo que vino después, fue una suerte de: Eventos desafortunados muy afortunados. Resulta que todo lo que he vivido este tiempo, ha sido el día 20. El día 20 de una gran nimiedad llamada: angustia. Con la angustia, han venido enfermedades que se han ido después. Con la angustia han venido d

Día #19 A un día de nimiedades. Música después del ocaso

Así están terminando mis 20 días de nimiedades. Me dí cuenta que la gran idea viene de la Resilencia. Que la escritura creativa viene del pensamiento asertivo... de no ser así, sería una escritura enferma... Me dí cuenta que sentir es la mejor influencia para todos, pese al dolor cuando el tren se va. Me detuve un instante al mirar al pelirojo en la otra estación. Pero después de un café, el petit rouge se me fugó entre a gente.  Poder decir Adiós, es crecer Santa Elena 19 de octubre de 2015. Es la una de la mañana, los perros ladran. Duermes. ¿Duermes?. Pienso que duermes. Quisiera hablarte. Quise decirte que Fellini preguntó por ti en la mañana y que no supe que contestarle, luego se fue tras su ratón. Todavía lloro un poco y también tengo un poco de gripe… entonces puedo decir cuando un recuerdo me asalta por ahí, cuando todavía me persigue un beso tuyo o ese dulce “Crispy”: Uy esta gripe va a matarme… cuando en realidad lo que va a matarme es la distancia.

Día #18 Ya fue

Mi diario confundido, empezó a escribir una historia de amor que murió sin fecha. Aquí está mi corazón... faltan 1500 golpes Tristeza es despertar vacía, sin cielo, sin sol, sin ti. Tristeza es quererte, y recibir un colibrí apresurado como el latir de un niño que duerme en el pecho de su madre. Tristeza, tristeza es repasar cada uno de los recuerdos e insistirle al tiempo que devuelva cada uno de los pliegues de tu seño enceguecido de placer. Tristeza es saber que no estás, que estás del otro lado y que no estás. Tristeza es exiliarse del mundo a propósito del desequilibrio, tristeza es este olor a ti a mi lado derecho de la cama. Tristeza es ver las estrellas y solo ver manchas de luz, tristeza es no poder ver los rostros de los ausentes en cada una de ellas, la abuela que extraño, el amigo perdido, el tío y el tango. Tristeza es esta lágrima que no muere en el mar, que riega mi cuello y muere en mi camisa. Tristeza son dos meses consumidos en mi gloriosa dicha y tu angustiosa

Día # 17 Polaroid. Angelita y el diapasón

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Veinte días de nimiedades Cinemascope: Panorámica Santa Cruz de Lorica, 2001. Angelita ha muerto . “El ruido se aleja con el La de urgencias” Nos dijo una vez Augusto en Córdoba, sentado en su mecedora y pegado a una pipeta de oxígeno. Miraba su acordeón abandonado en un extremo de su sala, alumbrado por una luz pegajosa que entraba por la ventana y al lado en una mesita cubierta por un mantel de croché lleno de polvo, la foto de su Angelita, joven, llena de música. -Fue lo último que escuchó mi Angelita- dijo, con los ojos en la memoria. -Cuando uno muere- repetía don Augusto- Lo único que se lleva es un La. Una notica musical. Porque es el sonido del cielo, porque es el sonido que retumba en el cuerpo, en los huesos. Mi Angelita escuchó el La y luego vio al ángel. Es lo único que cura la cabeza. Escuchar un diapasón. Yo no estoy sordo entonces, yo tengo el La infinito, el La que se llevó a mi Angélica- Sonríe Augusto, bebe su ron y se duerme. (Fundido encadenado: Angelita

Día #16 Polaroid. Érase una vez una tarde, unos niños y una abuela

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Veinte días de nimiedades Es una máquina de coser manual la de mi abuela, funciona dando manivela y es una máquina muy vieja. Yo admiro esos tejidos, cuidadosamente cosidos a mano, tan coloridos, llenos de flores, prensados con un cuidado escrupuloso, tan pulido como era ella, minuciosa, cuidadosa, dedicada. El maíz debía quedar bien pilado, el blanco debía ser estrictamente blanco y las ollas debían ser religiosamente brillantes. La madera debía quedar más que limpia y todo debía relucir tan clínicamente limpio como un espejo. Cuando estaba a su cuidado salía para mi escuela, con mi uniforme rosado, impecable, con mis medias blancas y mi pelo peinado con las moritas que hacía en mi cabello con la peineta roja que guardaba celosamente en su cajón y con la vasija roja de un lavadero gigantesco que era un misterio y el que mi pequeño cuerpo veía como un lago de aguas estancadas. Todo estaba bien puesto y todo tenía un lugar cuidado en el espacio. El banquito que siempr