Día #20 El último día de nimiedades. Ahora sí... El tiempo de las crisálidas.





¿Qué le está pasando a mi vida?

No soy bien una adolescente para esa pregunta. Pero muchos cambios han sobrevenido en los últimos tiempos. Cambios dolorosos, raros, incómodos.

Como a ese pobre adolescente, que las manos le crecieron más que el cuerpo, que la cabeza está como quedando deforme en relación al resto de las extremidades, la nariz se le ha ensanchado y tiene un barro cada dos segundos.

Pero no soy ese adolescente. Estos cambios, a pesar de duros y molestos, incómodos y melancólicos, me han hecho bien. Les contaré más sobre esto. En el año 2015, quise hacer un diario de nimiedades. 20 días de nimiedades. Pero nunca llegué al día 20. Me quedé desde el 2015 en el día 19. Lo que vino después, fue una suerte de: Eventos desafortunados muy afortunados. Resulta que todo lo que he vivido este tiempo, ha sido el día 20. El día 20 de una gran nimiedad llamada: angustia.

Con la angustia, han venido enfermedades que se han ido después. Con la angustia han venido dificultades económicas que auguran irse si otra gran nimiedad se va: El autosabotaje. Angustia y autosabotaje, se conocieron una noche de verano. Yo las presenté, se fueron a París y se casaron. Como son dramáticas, se juraron amor eterno y se tiraron del puente de los enamorados. Fin de la historia.

Allí debieron quedar. Muertitas en el Río Sena. Pero las resucito cada vez que algo chévere quiere pasarme. No sé qué sea, es como unas ganas enormes de ser muy infeliz y pobre.

Sin embargo la vida, que es reflexiva y bonita, me pone en el camino personas preciosas. Mi esposo por ejemplo (porque entre el día 19 y el día 20, me casé) me recuerda todas la mañanas, todos los días y todas las noches, lo maravillosa que es la vida, lo maravillosa que soy, lo increíblemente inteligente y creativa. Y entonces yo pienso que tan lindo, cómo me ama.

Y así entonces, vuelven angustia y autosabotaje. Sin embargo, este hombre de ojos verdes, tan guapo y apuesto que me puso la vida, con esa persistencia que lo caracteriza (y que me hizo amarlo sin remedio) vuelve y me dice todos los días lo hermosa que es la vida, lo increíble que es todo, el potencial que tengo y todo lo que puedo hacer si me doy cuenta.

Entonces esta vez, la vida me dijo literalmente: Esta crisálida necesita un taller de golpes intensivo de seis meses, para que se dé cuenta de lo que todos los días le dice el señor Nick: Puedes, tienes con qué y eres increíble. Miren, por más que Shakira, Dior, Coco Channel, París Hilton y quien sabe que otros perfumes, les diga lo maravillosas que son, que guapa te ves con esas perlas cuerpo perfecto… Si ustedes no tienen un taller de golpes intensivo de seis meses, es muy difícil darse cuenta por más que el perfume huela delicioso.

En este taller me inscribí por allá en Junio. Literalmente me fue dicho: Arme equipo y hagan algo con esto que les voy a dar. Y eso que nos dieron fue, al comienzo, mucha confusión, después más claridad, y después a mí, una muenda de aprendizajes. Este blog (que abandoné por allá en el 2015, a partir del último día de nimiedades, ha comprendido bien por qué se llama el tiempo de las crisálidas) lo retomo en el día 20, porque todo lo que ha pasado los días anteriores… así hayan estado lejos de hoy 2019, han pendido de una simple nimiedad.

Angustia y Autosabotaje quisieron volver, pero yo fui y las ahogué, para que quedaran bien muerticas. Bien muertas, muertas... amándose en el fondo del río Sena… pero que aquí, no vuelvan.

Todos estos días han sido que cáncer aquí, que el amor acá, que este trabajito si, que el mal jefecito allá, que odio  aquí que rabiecita acá… y entonces… Pum! Una pedrada. Un triángulo dramático: Soy la perseguidora loca acusadora, luego soy una víctima, luego soy la heroína de gente que no quiere ser rescatada. Luego vuelvo a ser el juez del comportamiento de otros, luego soy pobrecita de mi… de un momento a otro me vi la película y quise salir corriendo del cine: ¿Esa soy yo? Uy! Qué papelón!!! ¿Quiero ser esa? No. Por supuesto que no. ¿Voy a permitir que los demás barran conmigo? Sí, por supuesto que si, si todos vamos a barrer. ¿Que merezco todo lo que estoy consiguiendo? Sí, por supuesto (recuerden que maté a angustias y autosabotaje… pero recuerden también que no los maté… que hace rato quisieron morir en el rio Sena y que antes yo los estaba resucitando). Ahora… ¿Que me van a importar los demás? No me van a importar. El gran aprendizaje del taller intensivo de totazos, era un paquete de golpes con las siguientes inscripciones: usted aprenderá que, cuando usted se la cree, todos automáticamente se la creerán, en esa medida, dejarán de importarle los demás, porque no tendrá que pensar en ellos, simplemente, porque al pensar en usted y darse amor, le estará dando amor al mundo. Cada quién que lidie con sus emociones y sentimientos. Fin del drama. Pero para llegar allí, primero: tin, tin tin!! Guarapazo y tres cuartos, moretón en el corazoncito y sin drama. Así es la vida y en verdad… que es preciosa. Salgámonos del triángulo dramático y empezamos a construir Paz. Fin de mis 20 días de nimiedades.

Próximo post. Paz… esa palabrita tan de tres letras.

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