Santa Elena Antioquia 1/12/2020

Mi gata sigue rasguñando mi silla. Mi silla blanca giratoria. Ya me cansé de explicarle que es mi silla favorita y que preferiría que no la dañara. Ella me mira con unos ojos de gato que parecen ojos de ser humano. Los ojos de Fibi, hablan casi que verbalizan. Sí, los ojos de Fibi son acciones, son dos hermosos verbos verdes.

En este bosque los días se van en silencio. O mejor, los días se van en los sonidos cantores de la natura. Sin embargo, esta nueva vida trae un afán inconmensurable, una agitación maquinaria, inhumana, accesoria. El tiempo se me allega a mi escritorio y me hace estarme en mi silla blanca giratoria como dando vueltas entre mil voces y requerimientos que no me permiten escuchar mi bosque. Esa es la nueva vida, dicen. Que es la vida que no descansa. Que es la vida que se agita en un perpetuo me levanto a digitar, llamar, reunir y me levanto luego a digitar, llamar, reunir y vuelvo y me levanto a digitar, llamar, reunir.

Tengo un par de ojos verdes en casa, que me invitan cada tanto a salir a caminar, a abrazar un árbol. No puede ser que aún teniendo este privilegio de la tierra me quede aquí digitando, llamando, reuniendo. Así que hoy me di el privilegio de la alegría verde y volví a escribir. Sucede que el trabajo de los sueños, es la vida misma… por eso las nuevas prácticas del mundo se resumen banales, simples, tristes, susceptibles de recoger y abandonar. Sucede que tejer es lo que más amo y por eso… punto cadeneta punto cadeneta punto cadeneta punto cadeneta punto es mi ocho infinito favorito.

 

Respiro, me impulso y vuelvo a saltar al vacío. Vendrá lo que ha de ser y será lo que viene.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pedazo de día

Día #19 A un día de nimiedades. Música después del ocaso

Mi gato no se llama Azucena. Una Carta para Vane.