Corazón de jade que ni la muerte mata
Me cambiaste la vida y te extraño. No quiero morir, solo quiero salir a correr hasta la Patagonia y devolverme ... y...(Todos los dolores del alma que se sienten en las entrañas) ... esperar el día-tarde-noche en que pueda decir: "Y así, como si nada, alguien apagó la lluvia". Creo que nunca he estado tan sola. Esa soledad que ni la compañía acompaña, esa soledad de Dios, esa orfandad de estrellas, esa ausencia de carta astral, esa resequedad de lágrimas, ese estarse quieto asistiendo. Tan extraño que el día se mueve en el cotidiano entre hacer las cosas y morir, pero la muerte de las horas y la inmovilidad ante el suicidio de los segundos, que llegan a lo más alto del reloj y luego, el segundero que se tira en el abismo del medio segundo hasta el segundo siguiente que corre con la misma suerte y es su muerte hasta gestar una hora más que se muere en el ocaso. Hoy carezco de mar, hoy, carezco de amigos, hoy carezco de mi. Mañana no es la promesa cotidiana de superar la tristeza, no. Mañana, es la promesa del sacrificio del tiempo a causa de qué? cuál es la misión del tiempo? correr para morir? El tiempo se muere, pero muy adentro de todo este pensamiento que viene de un sarcófago milenario y de una tristeza infinita, sobrevive un corazón de piedra verde que ni la muerte mata.
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