Espejismo



Escribí cartas que llegaron al buzón silencioso y la sangre seguía fluyendo porque no muero.

Yo me pregunto ¿a dónde van las sonrisas? Yo no soy una mujer triste. No lo soy. Soy una mujer sonriente y lo sé muy bien porque mi sonrisa ha sido un éxito en los bares de vaqueros barbudos, donde lo objeto todo, menos si me hablan de noches estrelladas con la habilidad del inventor de cuentos creíbles.

Mientras leíamos un cuento de Chéjov y mis ojos se recreaban en la nada irreal que es el pasaje de un libro, que se recrea en otros universos con la realidad que está hecha de espejismos donde todo sucede hasta el amor… ¿qué decía del momento? Ah sí, decía que leíamos un libro y en las imágenes se me atravesaba la imagen de la princesa sentada en el jardín del monasterio escuchando las ranas que cantaban sobre las hojas del año pasado y podía ver la luna y escuchar como en su soledad la princesa le coqueteaba en su grandeza burguesa, a los pobres monjes que la veían delirantes en su hermosura y blancura.  

La palabra que rondó mi cabeza mientras Itzel, el lucero de la tarde se vestía con su impecable luz para los primeros soñadores, fue precisamente, Espejismo. Quien me enseño la grata palabra fue el señor Borges, una palabra llena de oscuridad y laberinto de luces fugaces y de sonrisas. ¿A dónde van las sonrisas? Porque el llanto sabemos que se va al mar y cada quien verá frente a qué paisaje llora, pero ¿Las sonrisas? ¿Quién atesora las sonrisas? ¿Quién atesora las mías? Será posible que la transparencia tenga vida. Acaso la nada de las imágenes que se recrean en los sueños adquieran vida y cuerpo y volumen y poesía.

Yo me dejo llevar del espejismo, en esa hora exacta, en ese momento estela, momento papeleta, momento “chorrillo”. Algo me rapta, sin fuerza me rindo. Como nunca pasa entonces pienso que es real, “el potencial de la ola” lo llamo. ¿Por qué soy tan buena alumna del instante? Porque me siento renacida, viejo tronco renacido ¿Es la juventud del espejismo? Quedo mortalmente herida, pareciera que la agonía fuera la virtud. No me hago ilusiones contigo, ya lo escribió Silvio, no es nada nuevo. Canciones tan malditas, generación maldita de los que se atrevieron a leer para vivir otras vidas, de los que descubrieron los libros tal  vez primero que los besos.

Yo despierto de las ilusiones, pero este, es un desierto tropical y entonces lo que entiendo por espejismo es lo que me enseñó Borges, no he tenido otros maestros y solo ahora salgo a la vida, un poco resagada con este espíritu de mariposa. Traté de darle sentido la tarde toda, tratando de reposar mi entusiasmo. Preguntando por qué sucede, por qué elegí este buzón silencioso, este escribir en el cielo mi señal de humo para el ausente. ¿Y es que sabe usted cómo sucede un espejismo? El aire frío se posa sobre el aire caliente y genera una densidad desigual. Entonces, el rayo que refleja la imagen lejana que viene en mi dirección genera capas de refracciones constantes y sucesivas hasta llegar a mí y atravesar las capas de aire. Mientras el viento hace esa travesía de usted a mí, lo que veo es una fantasía y por eso la distancia hace exponencialmente este vértigo.  

Cada cosita, cada palabra está muy bien puesta, y sé que es mi imaginación delirante quien organiza cada esfera en mi Bakin “deliroso”. Por ejemplo la palabra HUMO, adquiere connotaciones misteriosas en la cabeza del espejismo, este espejismo tiene pies y manos y voz y otro universo misterioso, todo un laberinto  de extrañas dimensiones astronómicas que adquiere en el viaje de un pensamiento proyectado dos segundos a mi cabeza que también es espejismo y buzón silencioso.


 Al llegar allí se hace a mi vera,  junto al río de palabras nocturnas cavernícolas y crea su propia connotación vernácula. Al llegar a mí esta palabra, la primera imagen que llegó vino acompañada de un área vasta y despoblada y un hoguera amistosa que no pide auxilio sino que trasmite una señal un tanto compleja que tiene que ver con mis deseos viejos, una codificación extraña en la atalaya. En ese oeste lejano, amigo, está usted con su artillería, estampándole palabras a ese cuaderno misterioso. Luego, está mi necesidad de repasarme donde estoy para ver si sí existe humanidad… o no y si se puede ver y tocar. Mi buzón nada respondió y no obtuvo respuestas, pero mi amor encendió infinitas velas por los muertos. 

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